Cómo acompañar los distintos caminos maternales

Ya os hemos contado que en nuestra asociación, disponemos de algunas herramientas de comunicación interna, para contarnos, compartirnos, reflexionar, resonar, hacer tribu, y hacer honor a la «circularidad» que aparece en nuestro nombre. Una de ellas es los «Comadreos», encuentros mensuales para conversar entre nosotras y para nosotras, sobre temas que se presentan con frecuencia durante el ejercicio de nuestra profesión, y que consideramos que tienen recorrido conversatorio.
En esta ocasión nos planteamos charlar sobre los distintos caminos maternales y modelos familiares, con los que nos podemos encontrar, a la hora de que nos demanden un acompañamiento. Y como ya ha pasado en otras ocasiones, sentimos que había contenido interesante para trasladar hacia afuera, y de ahí que estéis leyendo este post.
Caminos y modelos, tantos, casi, como personas. Todo se funde en personas diferentes, con características y necesidades distintos, valores y creencias particulares, que confluyen, o no, con otras, entendiendo siempre que todo es normal, aunque sea o no diferente, y esté o no normalizado social, sistemática y culturalmente. Desde ahí hablamos de las familias más convencionales, de mamá, papá e hijos, familias monoparentales, de madres o padres, heterosexuales o no, familias con hijos que provengan o vayan a provenir de la gestación subrogada, familias reestructuradas, que provienen de progenitores que tuvieron una familia anterior, familias que tienen o tendrás hijos desde la adopción, parejas homosexuales, del género que sean, e incluyendo personas transexuales que, conformados ya como hombres, mantienen sus órganos genitales femeninos con la intención de poder gestar, y cuando nos contactan, eso es lo que han decidido hacer, familias que están gestando bebés arcoíris, porque tuvieron un bebé estrella antes, es decir, sufrieron una pérdida perinatal, familias multiculturales, y familias con bebés y/o mamás con problemas de salud que afectan al proceso de maternidad y/o crianza.
En fin… Tal y como decíamos, tantas, casi, como personas existen en el mundo… Y ahora, vamos a detallar lo que nos surgió de cada uno de los caminos y modelos:
Familias convencionales: Es lo que más conocemos y a lo que más estamos acostumbradas. Es el estándar social y cultural de la mayoría de las culturas. Pero ya ahí nos encontramos con diferencias de valores, de creencias, de costumbres, de barreras, de situaciones familiares, contextos socioeconómicos, necesidades emocionales, fisiológicas y/o funcionales.
Estas familias fueron nuestro punto de partida, porque coincidimos en que, sean como sean las familias que nos demanden, todas comparten estas características.
Familias monoparentales: Una mujer o un hombre, deciden ser madre o padre, sin necesidad de pareja estable que adopte el rol de padre o madre de su bebé. Pueden ser ambos gestantes, en el caso de que el hombre sea trans con genitales femeninos, como antes comentamos, o puede surgir aquí una gestación subrogada, si se trata de un hombre heterosexual. Necesidades específicas que encontramos aquí, fueron la falta de apoyo de la pareja progenitora, aunque nos dimos cuenta de que hay muchas personas monoparentales que se sienten o están tan apoyadas, sostenidas, comprendidas y empoderadas, o incluso más, que las que tienen pareja, y que depende más del carácter de la persona que va a tener el hijo, que del modelo de familia y su camino maternal. Y desde ahí, expusimos, la soledad acompañada de muchas madres o padres, que teniendo pareja no se sienten apoyadas, o no lo están.
En el caso concreto de encontrarnos con la demanda de un hombre trans gestante o un hombre con una gestación subrogada, se nos cruzan cuestiones morales, educacionales, culturales, y concluimos que cada una de nosotras hemos de hacer un trabajo personal, para tomar la decisión de acompañar a estas personas o no.
Familias reestructuradas: Aquí nos planteamos que el modelo de familia suele ser mucho más extenso, por tanto intervienen más personas, que conllevan más factores, y que hemos de tener en cuenta todos ellos, sobre todo, y con más presencia, los que nos entregue la persona que demandó nuestro acompañamiento, para poder acompañar.
Adopción: Tanto la adopción como la gestación subrogada, vemos que tienen en común la memoria genética, emocional y fisiológica, y cultural, que ese bebé que viene tiene, y que es su legítimo derecho conocer y conservar, al que que para todas las doulas que estábamos en el comadreo, sentimos con mucha presencia. Y por ello sentimos que sería un asunto a acompañar, hacia quienes nos demandan en esta circunstancia. Y dentro de la adopción contemplamos la posibilidad de que los adoptantes sean de cualquier modelo de familia de los mencionados, y que habría que afrontar esos acompañamientos, contemplando también estas circunstancias.
Parejas homosexuales: Nos trae esta situación reflexionar sobre que nos resulta importante conocer el rol de cada persona de la pareja, tanto como conocer, evidentemente, quién será la persona gestante. Traemos de nuevo en este punto, el caso de los hombres trans gestantes, porque es algo que cada vez conocemos que sucede más, y hemos de tenerlo presente, nos sintamos cerca o no, a nivel personal.
Duelo: Cuando se nos requiere para acompañar tras una pérdida perinatal, o incluso durante el transcurso de una gestación o una crianza temprana, cuando se conoce que el bebé fallecerá, consideramos que es fundamental estar formada como doula, en este camino, puesto que requiere de un trabajo muy específico, y muy diferente de los demás acompañamientos, basado en acompañar el proceso de duelo, durante cada una de sus etapas, que debemos conocer con claridad, y también acompañar la invisibilidad social, institucional y sanitaria, que aún en nuestros días sucede en esta situación.
Bebés arcoíris: Cuando una familia, del tipo que sea, espera un bebé o está en la intención de tenerlo, tras pasar por una pérdida perinatal, es importante para nosotras, como sus doulas, conocer cuándo y cómo sucedió la pérdida, así como si se ha reconocido y transitado su correspondiente duelo, y de qué manera, aunque somos conscientes de que no siempre recibiremos esta información, así que tendremos que elaborar nuestro acompañamiento, con especial delicadeza, y con las herramientas de que dispongamos, propias y concedidas por nuestr@s acompañad@s. Algunas de las presentes observamos (y de entre ellas compañeras especializadas en acompañar pérdidas y duelos) que es importante estar especialmente formadas en estas situaciones, para realizar de la mejor manera posible nuestro acompañamiento.
Familias multiculturales: Ya muy frecuentes en las sociedades internacionales, este modelo de familia están presente, de una forma u otra, en casi todos los hogares del mundo, y ya pasa a formar parte del modelo de familia convencional, del que hablábamos al comienzo de este post. Las diferencias más notables están en el arraigamiento de las creencias y valores de los progenitores, que pueden ser coincidentes o no, dependiendo si son de orígenes cercanos o no lo son, y en la parte logística, teniendo en cuenta que el apoyo de la familia cercana y/o extensa no siempre está presente.
Gestación subrogada. Colocamos en un punto a parte este camino maternal, porque aunque ya lo hemos mencionado en varias ocasiones en párrafos anteriores, lo consideramos con suficiente peso emocional y social, como para tener su propio espacio. Lo abordamos desde un contexto legal, sabiendo que la gestación subrogada es ilegal en nuestro país, pero no lo es el que existan agencias que facilitan este camino maternal a los españoles de España, sucediendo la gestación en uno de los países en los que es legal o alegal. Y desde este panorama, es que douleando en España, podríamos encontrarnos con demandas de acompañamiento en esta situación. Nos planteamos dilemas morales de tipo social y personal. Nos planteamos la explotación de mujeres gestantes y bebés. Nos planteamos el hecho del desvínculo al que se ve obligado el bebé, y el que asume la gestante. Nos planteamos qué pasa con las gestantes que se arrepienten de su decisión durante el embarazo o en el momento del parto, y qué pasa con los embarazos que no llegan a término o que suceden con problemas de salud para la madre y/o el bebé. Nos planteamos sobre los derechos y deberes de madres e hijos, de gestantes y recibientes. Nos planteamos el peso de creencias y valores morales propios, que nos puedan llevar a aceptar un douleo así, estemos o no de acuerdo con este tipo de gestación. Concluimos que es uno de los caminos maternales más delicados, difíciles, y complejos, de entre todos los que nos podemos encontrar al acompañar como doulas. Concluimos que no concluimos, que nos llevamos cada una de nosotras la reflexión, y que la decisión de acompañar algo así, más que nunca, es absolutamente personal.
Y acabando el comadreo, llegamos a ese momento casi final que nos encanta, que es el recuerdo de todo lo tratado y las conclusiones sustraídas, siempre sin salir de nuestro lugar de doula, de no juzgar, no opinar, no imponer… Y en esta ocasión, concluimos: que dejamos en abierto todo lo expuesto, para que cada lector o lectora, socia de AERCD o no, profesional de la maternidad o no, pueda reflexionar y elaborar, como nosotras hicimos. Que en todos los caminos maternales y modelos familiares que podamos acompañar, sucede que nos toca observar, escuchar, aprender, devolver preguntas a las preguntas, para no opinar, pero invitar a quién tiene la duda a encontrar en su interior la respuesta que busca, nos toca estar en nosotras mismas, y no en el lugar de nadie, para mantener intacta la distancia emocional necesaria para un adecuado acompañamiento, que nos toca trabajar contemplando la manipulación ajena, sin manipular ni dejarnos manipular, pero, sobre todo, y por encima de todo, nos toca acompañar al bebé que llega, y así seguro que no nos equivocaremos en nuestro ejercicio.
Comisión de Comunicación de la AERCD.
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