Benditos todos los úteros que crean vida.
Benditos todos los úteros que crean proyectos.
Benditos todos los úteros que expresan lo que guardan.
No sabía cómo comenzar este artículo, y sentí que bendecir todos y cada uno de los úteros era un buen inicio.
Úteros que llegan a consulta abrazando y nutriendo bebés. Úteros de madres que sienten preocupadas porque sus bebés vienen sentados, presentan placenta previa, o sus úteros están reactivos y se contraen antes de tiempo. Madres a las que invito a la calma durante los acompañamientos, y doy espacio y contención, y así trabajan historias propias que están guardadas y que ahora con su embarazo comienzan a despertar. Son madres a las que hay que cuidar para que sus historias se desplieguen tranquilamente, a las que acompaño sin entrar en el trauma, porque no es el momento, pero que sí sienten que hay algo que ordenar en ellas.
Sentir cómo las emociones se abren en abanico, cómo las tensiones se aflojan, cómo los bebés se reposicionan y cómo las madres van sintiendo relajación, espacio en su cuerpo y paz en su ser.
Son madres que, a menudo, a los días te llaman para decirte que el bebé ya se ha colocado en posición cefálica, o que sus contracciones han disminuido o desaparecido, o que su placenta previa ya no lo es (para sorpresa del personal ginecológico).
Úteros que llegan contraídos, llenos de historias no resueltas, de vivencias dolorosas, de prejuicios propios y de otras personas.
Estas mujeres, con frecuencia, llegan con dolor menstrual muy fuerte, desarreglos durante sus reglas o incluso, porque no consiguen quedarse embarazadas. Otras veces presentan ansiedad y estrés.
Al iniciar el acompañamiento conectamos con la pausa, dejando que sus cuerpos y sus almas se expresen, y sientan sus úteros contraídos. En muchas ocasiones, a través de la palabra, les sugiero que perciban cómo está su útero, y muchas de ellas, no son conscientes de que está ahí. Poco a poco van tomando conciencia de él y expresan que está apretado, y es entonces cuando comienza la aventura de descubrir lo que hay dentro guardado.
Úteros que fueron extirpados por diferentes causas y que las mujeres piensan que ya no están, mujeres que se siente incompletas y que sufren dolencias físicas y/o emocionales. Mujeres que descubren que sus úteros sí están, que su presencia y su energía continúan, y se llenan de gozo, y vuelven a sentirse completas, cosa que nunca dejaron de ser.
Úteros que, después de algunos acompañamientos, desvelan historias de abusos que las mujeres no recuerdan, pero llegan a través de imágenes y recuerdos de los que no eran conscientes. Son historias olvidadas, sepultadas, que emergen para ser sanadas y hay que atender. En estos acompañamientos la mujer es acompañada para poder acoger y hacerse cargo de sí misma cuando era niña, adolescente, adulta,…, es acompañada para que la mujer de hoy, con más bagaje, recursos y herramientas, pueda acompañar a esa niña, adolescente, adulta,…, que sufrió porque nadie la miró y la atendió en aquel momento, pero que hoy, puede mirar y atenderse ella misma, cuidarse, acompañarse y darse seguridad, y así, unificarse en una misma mujer que integra parte de su historia y se empodera para hacerse cargo de ella misma.
Úteros desconectados de sus vaginas, mujeres que pueden sentir sus úteros y ovarios, pero que los perciben aislados, sin conexión con el exterior. Son úteros en los que se percibe la energía estancada. Durante el acompañamiento, se puede dar esa reconexión con la vagina y el exterior, adquiriendo consciencia de ella y su conexión con el periné y el exterior. Conectar con esta parte de su cuerpo, percibir su lubricación y volver a sentir la energía que se mueve en ella, en su útero, en su corazón y en su ser. Es habitual que aparezca en el imaginario de la mujer una flor que se abre en esta zona, y le llena de alegría y de amor por sí misma.
Úteros de mujeres, que no entienden que les está pasando en estos momentos de su vida, que están cansadas de lo que han hecho hasta ahora, que ya no quieren seguir por el mismo camino. Son, en su mayoría, mujeres que están atravesando la etapa del climaterio, en la que no hay signos evidentes de que la menopausia está cerca, pero que sus cuerpos y su ser comienzan a expresar ese momento de transformación, momento en el que la mujer pasa de mirar hacia afuera a mirar hacia adentro, a buscar lo que ella necesita y no lo que los otros necesitan. Este cambio, a veces, viene acompañado de una crisis laboral, de pareja y/o vital que, si es escuchada, es la puerta para comenzar una vida más armoniosa con ellas mismas.
Durante los acompañamientos atiendo las necesidades que han expresado verbalmente, y también las que expresa su ser. Les invito a indagar en lo que les llena y les hace felices ahora, o en aquello que hacían antes que les apasionaba y que dejaron de hacer al entrar en la etapa fértil, para que tomen conciencia de lo que realmente necesitan para sentirse completas y en armonía con ellas mismas.
El climaterio y la menopausia son un portal para el cambio, para la búsqueda de una misma y si los transitamos desde la escucha y la observación nos permitirán crecer y desarrollarnos como mujeres conscientes, empoderadas y con un amor profundo a nosotras mismas.
Y si empecé este artículo bendiciendo a todos los úteros, quiero acabarlo agradeciéndoles su presencia y su sabiduría.
Gracias por ser generadores de vida.
Gracias por ser generadores de proyectos.
Gracias por ser alambiques de vivencias que destilan emociones y permiten transmutar la esencia vital en energía vital, salud y gozo.
Gracias por permitirnos SER.
Cristina Martínez Carrión. Socia de AERCD.
Doula y Terapeuta de Biodinámica Craneosacral y Perinatal.
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